La Navaja de Ockham

Desde que creí que te amaba hasta que a tus brazos llegué no solo lo que me gustaba estaba en tus manos, guardián. Si quieres concebir alborada fue el deseo por tu calor y el fulgor de pasión armada dados que cayeron en flor. Entre dedos del destino y amor el deseo y nuestra color cada abrazo de tus labios, clamor me dio un salto de latidos, ardor Que me convirtieron en esclavo de tus besos, un bravo en el pecho, un suave trazo de tus labios, un suave abrazo.     

Entre amados y frío nocturno                  me cobijas y resguardas el sueño          me llega tu aliento                                     recarga el mío                                           y así todos los días                                   me brindas de sueños                              Nocturna es mi vigilancia inconsciente de todo alboroto de la vía en la vida es tu pecho quien me cuida y no tengo pesadillas No tengo secretos que evitar soy tuyo al caer y al amanecer porque eres letra e instrumento de pacientes que hasta guerra de bribones al mundo hemos brindado Es tu rostro natural y mañanero me habla y sonríe todos los días como letanía del latir en mi pecho 

En la madrugada me acompaña el sonido de tu aliento sea en recuerdo o en hábito de tener una fuente  de amor incandescente Son tus labios agotadores y te ama la vida por ello ya que disipas mi reencuentro a una sola actividad nocturna Ya en la madrugada me despierto con el susurro de tus besos es la creencia que sigues amando el reencuentro matutino Sea mañana o quizás tarde cuando agradezca al cielo por tu sonrisa perenne aún en mis momentos de llanto