La Navaja de Ockham

Te hablé y hablé,  y mi aleteo lo viste como bello, con toda mi  capacidad  y fuerza te llamaba y como podía,  para brindarte compañía diaria Solo cantaba y te amaba desde la distancia y sé que aunque eras mala adivinando señas. Quería que supieras como un canario  te visitó en tu ventana en las mañanas Y soy quien te hizo viuda, visitándote en una encarnación después de la muerte Solo con mi aleteo  y energía buscaba recordando  en tu rostro que ambos alimentábamos y fotografiábamos la naturaleza hoy perdida a tus ojos  que ya no gozan los detalles de la vida

Eran las criaturas del bosque          aturdidas por el mal del animal grande             al que atribuían los humores del mundo          a la torpeza del animal más fuerte                  quizás no de cabeza o habilidades            sino destrezas cuales                  embelece los rigores de su torpeza.                      Era la preocupación tal                que no mostró su canción el ave mayor            ...