Eran las criaturas del bosque
aturdidas por el mal del animal grande
al que atribuían los humores del mundo
a la torpeza del animal más fuerte
quizás no de cabeza o habilidades
sino destrezas cuales
embelece los rigores de su torpeza.
Era la preocupación tal
que no mostró su canción el ave mayor
ni el dolente sabio que cuidaba de ellos
sease la verdad latente y palpable
que el ciclo al que retorna su caverna
era despreocupado y
egoísta
su persona.
No era saludable pues
para el bosque o la mente
yacer en un sueño despreocupadamente
ni un cuerpo bendito
ni para la especie humana.
Se deshizo en malestares la presa de este destino
ya no era vital su prescrito
quizás debía aprovechar lo prescrito
y procurar historia nueva.
Ya no era de vital importancia que el vigilante del
mundo hablara,
sino que al mundo procurara
otro inicio más bendito a sus ojos
y verdadero a lo aprendido fuera.
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